miércoles, 5 de abril de 2017

ESPLENDOR EN LA HIERBA

Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas
,

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba,
Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.
  Encontré esta foto con mi padre en el día de ayer por sorpresa y era evidente que viniese a mi recuerdo el poema que recita Natalie Wood en la la película "Esplendor en la hierba". En la parte de atrás de la foto pone año 1993. ¿Pero qué más dará el año? Me veo como un niño dando el estirón. Con más cuerpo de hombre que de cabeza. Supongo que en el tránsito natural de la infancia a la madurez teniendo a tu padre como a tu héroe y empezando a chocar por la edad. Nos veíamos muy poco. Eras comercial y estabas todos los días viajando. Sólo comías y dormías en casa los fines de semana y las vacaciones. Eso te daba un gran aire de misterio. Tuviste una personalidad desconocida para mí. Te veo en esa foto, relajado sobre la hierba, feliz. Siempre tuviste problemas de úlcera. Veo esa incipiente barriguita y ya me imagino que en esa época no padeciste tantos problemas digestivos que te hacían quedar en los huesos. Pero delgado y no tan delgado tenías percha de galán de cine. No me extraña que hubieses conquistado a mamá. Ella decía que tu eterno pelo canoso desde que volviste de la mili decía que te hacía "interesante". Interesante! Ya. Esos eufemismos que dicen las mujeres desde el principio de los tiempos. ¡Qué triste fue tu final, papá! No fuiste capaz de luchar contra el cáncer. Nadie entendió tu actitud. Yo tampoco. No quisiste dar la batalla. A los ojos de todo el mundo te rendías. No eras valiente. Dejaste de ser mi héroe infantil. Pero una vez que la parca te llevó me di cuenta de todo lo contrario. Eras el más consciente de tu situación real. El cáncer no dignifica a nadie. El "cangrejo" es la esencia de lo indigno. Sabías que esa lucha era estéril. Tenías el consuelo que te ibas a reunir con mamá. Supongo que eso, y no la ilusión de curarte, era lo que te daba fuerzas. Pensaste, como Ortega, que los esfuerzos inútiles sólo conducen a la melancolía. Ahora que ya no estás te digo que has vuelto a ser mi héroe para siempre. Miraste de frente al pelotón de fusilamiento. No quisiste apelar, recurrir ni esperar un indulto que sabías que no iba a llegar. A veces nos ponemos a hacer un millón de cosas para olvidar otras que nos hacen daño. Tú me has enseñado a que la verdadera valentía es afrontar la verdad de uno mismo y no que los demás suponen que tenemos que hacer ante los problemas. "Echarle huevos" no es enfrentarse a gritos a los problemas para que nos oiga el mundo también es el silencio amargo de aguardar lo inevitable.
  Sé que nunca más volveré a ver la hierba brillar con el esplendor de esa foto. Sin ti el verde es menos verde. Ahora formas parte de esa tierra que hay debajo de la hierba pero como dice el poema la belleza, eso tuyo tan "interesante" que enamoró a mi madre, subsiste siempre en el recuerdo.
César Romero
 

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